Su reinado representó la máxima expresión del absolutismo monárquico
El reinado que representó la máxima expresión del absolutismo monárquico fue el de Luis XIV de Francia, también conocido como el Rey Sol. Durante su largo reinado, que abarcó más de 72 años, desde 1643 hasta 1715, Luis XIV consolidó el poder absoluto de la monarquía francesa y centralizó el gobierno en torno a su persona.
Luis XIV ejerció un control total sobre todos los aspectos de la vida política, social y cultural de Francia. Estableció una corte suntuosa en el Palacio de Versalles, donde se rodeó de una corte de nobles y cortesanos que dependían de su favor. Además, impulsó políticas de expansión territorial y militar que convirtieron a Francia en una potencia dominante en Europa.
El lema de Luis XIV, "L'État, c'est moi" (El Estado soy yo), resume su concepción del absolutismo monárquico, en la que el rey era considerado como la encarnación del Estado y su autoridad era absoluta e indiscutible. A pesar de sus logros en la consolidación del poder real, el reinado de Luis XIV también estuvo marcado por la opresión, la censura y la persecución de minorías religiosas, lo que generó descontento entre algunos sectores de la sociedad francesa.